"Maestro de la muerte" es unos de los cuentos de la abuela frescotona que me llamó la atención por el nombre y sigue así:
Todos los niños, igual que él, leían en silencio el libro sagrado, arrodillados sentados en los talones, sobre un tapete.
Sentía que todos oraban por él, elegido para la gran misión de libertad, estaban en la escuela de formación para la lucha armada. Ser elegido para ser mártir, era un honor para si, y para toda su familia.
Los niños que lo precedieron, esperaban por él en el paraíso, donde una doncella virgen y bella, caminaría con el, la eternidad del gozo sin fin.
El niño imaginaba la gran aventura de su vida, que en un segundo lo proyectaría al lugar de los héroes, en el salón, junto a los retratos de los inmolados, ya esperaba aun sin foto, el suyo. Imaginaba su carita, y la de sus compañeros, mirándolo con respeto y admiración.
Por la noche, en la despedida de su familia, su madre lo abrazo fuertemente, los sollozos contenidos de ella, hacían temblar su cuerpo, no debían mostrar flaqueza, ninguno de los presentes. Luego raparon su cabeza , y comenzaron a vestirlo, sobre una camisa, un chaleco con dos bultos en forma de panes, con cables que se unían entre si, luego los abrigos.
Al amanecer salieron en un auto viejo, europeo, todos mantenían el ánimo con charlas de antiguas victorias, hacían participar al niño, así, todos animados llegaron al gran edificio del shopping mas bonito de la ciudad, ese que siempre quiso conocer, ahora estaba en él, seguro era parte de los premios por su entrega.
Según le indicó su maestro, tenia que pararse en el centro, el lugar mas luminoso, donde estaban todas las tiendas. Mientras esperaba, el niño miraba un mundo desconocido allá en las montañas, ¿seria así el paraíso?. Por las dudas se le concedieran todos sus deseos, eligió un camioncito rojo. ¿Por que demoraría tanto en llegar el maestro? Ya quería ser héroe, ya quería ir al paraíso, a mostrarle a los otros niños su camioncito rojo. De pronto, sintió un calorcito en la panza, y un clic, cuanta gente feliz, que rico olían ¡¡¡
Solo alcanzó a oír, el comienzo de un gran ruido...su viaje había comenzado. No sabia que tantas personas irían con él, cuando miró elevarse los cuerpos, vio en el suelo mucha sangre, muchos cuerpos rotos, en el sitio donde esperó al maestro, un enorme foso, distinguió una de sus sandalias, sabia que era suya, pues aun tenia la cuerda con que la sujetó a su pie, un trozo de la reata del asno de la familia.
Ya no alcanzaba a ver, su paraíso estaba próximo, estaba tan cansado...
A lo lejos, un grupo de hombres cobardes, y temerosos, huían en un viejo auto europeo, el maestro, aun renegaba con el control remoto, que había demorado la detonación del niño.
En las pantallas del mundo, ya se veían los daños y las muertes, ocasionados por un mártir religioso, se decía, que era un niño.